Cultivos Energéticos

5/5 - (1 voto)

El uso de cultivos energéticos puede ser aplicado tanto en estaciones eléctricas convencionales como en instalaciones especializadas para la generación de electricidad, contribuyendo así a la disminución de emisiones de dióxido de carbono provenientes de fuentes fósiles.

Los cultivos energéticos representan variedades de cultivo económicas y de fácil mantenimiento, desarrolladas exclusivamente para la producción de bioenergía renovable (y no para consumo alimenticio). Dichas variedades se convierten en combustibles en estado sólido, líquido o gas, tales como pelets, bioetanol o biogás. Estos combustibles son incinerados para la creación de electricidad o calor.

Estas plantas generalmente se dividen en categorías leñosas o herbáceas. Entre las leñosas se encuentran especies como el sauce y el álamo, y entre las herbáceas, especies como la hierba elefante (Miscanthus giganteus y Cenchrus purpureus). Se ha evidenciado que los cultivos herbáceos retienen cerca del doble de CO2 (como carbono) en el suelo en comparación con los cultivos leñosos.

Mediante técnicas biotecnológicas, como la ingeniería genética, es posible alterar las plantas para incrementar sus rendimientos. Asimismo, se puede alcanzar rendimientos elevados empleando las variedades actuales. No obstante, ciertos beneficios adicionales, como la reducción de costos asociados y el menor consumo de agua, se obtienen únicamente mediante el empleo de cultivos genéticamente modificados.

¿Qué son los cultivos energéticos?

Los vegetales destinados a la generación de biocombustibles son conocidos como cultivos energéticos. Estos se clasifican en dos tipos: aquellos que son fuente de aceite para la producción de biodiesel, y aquellos que generan alcohol para la obtención de bioetanol como producto final.

El cultivo de estas plantas destinadas a biocombustibles está en constante crecimiento. Esta opción representa una fuente de energía relativamente nueva, enfocada principalmente en mejorar su eficiencia en términos de energía y economía mediante la investigación y el estudio.

La evolución en el cultivo de estos vegetales energéticos suele desarrollarse conjuntamente con el avance de la industria que convierte la biomasa en combustible. Así, la agroenergía se convierte en una auténtica era de la agroindustria, en la cual es crucial que exista una integración profunda entre la producción y el proceso de conversión, tanto en lo técnico y económico como en lo geográfico.

Importancia de los cultivos energéticos

El cultivo de biomasa para energía ha cobrado importancia en años recientes, un fenómeno que responde a las ventajas que proporciona a la comunidad.

La generación de biocombustibles contribuye a la reducción de la liberación de gases que provocan el efecto invernadero a la atmósfera. Esto ocurre porque, para generar combustible utilizando fuentes vegetales, la planta debe haber absorbido dióxido de carbono del aire previamente.

Por otro lado, la demanda creciente de estos cultivos propicia el aumento en el empleo de trabajadores, así como el impulso de compañías especializadas en la fabricación de biocombustibles.

importancia de los cultivos energéticos

Pros y Contras de los Cultivos Energéticos

Las principales ventajas de los cultivos energéticos incluyen los siguientes aspectos:

  • Coste asequible. Al compararlos con fuentes como el petróleo o carbón, resulta evidente que los cultivos energéticos ofrecen una alternativa más económica.
  • Reducción en la dependencia de combustibles fósiles. Según los especialistas, los cultivos energéticos contribuyen a disminuir la dependencia de los combustibles fósiles, que no solo son costosos de obtener (por ejemplo, el carbón), sino que también tienen un mayor impacto ambiental.
  • Bajo nivel de contaminación. Representan una fuente de energía que mínimamente afecta al medio ambiente, favoreciendo así la purificación del aire y la mitigación de los efectos del cambio climático. Aunque la producción de dióxido de carbono (CO2) es inevitable, las cantidades emitidas son considerablemente bajas.
  • Energía renovable y ampliamente disponible. Hay una disponibilidad mundial extensa de materiales como la madera, desechos y residuos orgánicos, lo que asegura la renovabilidad de esta fuente energética. Este ciclo contribuye a evitar la contaminación del suelo y la eliminación de residuos de diversas índoles.
  • Promoción del empleo en áreas rurales. El cultivo de biomasa para energía en áreas rurales fomenta el asentamiento de la población gracias a la creación de empleos, impulsa diversas actividades económicas.
  • Alta eficacia. Las mejoras adoptadas en años recientes, incluidas las tecnológicas, han mejorado significativamente la eficiencia de la biomasa como fuente de energía.

Por otra parte, las desventajas más sobresalientes son:

  • Dificultades en la fluidez a temperaturas bajas.
  • No se recomienda su reserva durante periodos mayores a seis meses.
  • Su capacidad solvente puede deteriorar ciertos materiales, como el caucho, lo que a veces resulta en la necesidad de cambiar mangueras en motores.
  • En naciones con escasa producción agrícola, el costo de la materia prima puede resultar elevado.

Cultivos energéticos: ejemplos

Los biocombustibles se categorizan en dos principales grupos: aquellos destinados a la generación de biodiésel, caracterizados por su rica composición aceitosa. Este aceite, tras un proceso de transformación, se convierte en biodiésel. Entre los ejemplares destacan: la colza, la soja y el girasol.

Por otro lado, la fabricación de bioetanol demanda cultivos con una elevada proporción de azúcares, los cuales, mediante un procedimiento de fermentación, se transforman en bioetanol. Ejemplos notorios incluyen: la caña de azúcar y el maíz.

Cultivos energéticos para producir biodiesel

  • Palmera
  • Tártago
  • Cardillo
  • Higuera del diablo
  • Nabo del aceite
  • Camelia silvestre
  • Legumbre de soya
  • Helianthus

Para producir etanol o bioetanol

Por supuesto, puedo ofrecerte una versión reescrita con alta calidad, manteniendo el estilo de tu texto original:

  • Cultivo de caña de azúcar
  • Cultivos de remolacha para azúcar
  • Planta de maíz
  • Cultivo de sorgo dulce
  • Cultivo de topinambur

Uso de cultivos energéticos en varios países

Panicum virgatum, conocido como pasto varilla, tiene un papel crucial en la fabricación de biocombustibles, la preservación de suelos y la captura de CO2 en la tierra. En Suecia, se prefieren para estos fines el sauce y el cáñamo, mientras que en Finlandia, el alpiste cinta destaca como una fuente energética renovable.

El pasto varilla (panicum virgatum) se distingue también como una fuente de energía renovable. Para su producción, se necesitan entre 0,97 y 1,34 GJ de energía de origen fósil por cada tonelada de pasto varilla, cifra significativamente inferior a los 1,99 a 2,66 GJ requeridos para una tonelada de maíz.

Considerando que el pasto varilla posee un contenido energético aproximado de 18,8 GJ/ODT de biomasa, su eficiencia energética en cuanto a la relación entre lo invertido en su producción y lo obtenido puede llegar a ser de hasta 20:1.

Los 3 principales cultivos energéticos más utilizados en Argentina para producir biocombustibles

En la Argentina, la soja se destaca como el único recurso agrícola empleado en la fabricación de biodiesel. Por otro lado, la generación de bioetanol proviene de variadas fuentes.

Entre estas fuentes se encuentran la melaza, un derivado del proceso de producción azucarera, el extracto puro de la caña de azúcar (Sacharum officinarum L), así como los granos, en particular el maíz (Zea mays), que fue añadido más tarde como recurso alternativo al cultivo de caña.

Cultivos, biocombustibles y producción sostenible en Argentina

A lo largo de la última década, el sector de los biocombustibles ha experimentado un crecimiento sobresaliente en nuestro país, consagrándose como uno de los líderes globales en su producción.

La elaboración de biocombustibles utilizando cultivos energéticos ha visto una expansión significativa en años recientes.

Esta expansión ha permitido enriquecer la matriz energética a través del empleo de combustibles más puros. Aunque esta diversificación sigue siendo relativamente modesta, su implementación representa un valioso beneficio para el medio ambiente, el desarrollo económico de las regiones y la seguridad en el suministro de combustibles.

Actualmente, la proporción de biocombustibles mezclados con combustibles derivados del petróleo alcanza el 10% para el biodiesel y el 12% para el bioetanol.

bioetanol como uno de los usos de los cultivos energéticos

Aprovechamiento de cultivos energéticos en centrales térmicas

Se han identificado múltiples estrategias para disminuir la polución y minimizar o anular las emisiones de CO2 provenientes de las instalaciones termoeléctricas que utilizan carbón y otros combustibles fósiles.

Una solución pragmática y comúnmente adoptada consiste en la reconversión de estas plantas para que operen con una alternativa de combustible, como puede ser la biomasa o los cultivos energéticos.

En determinadas circunstancias, el proceso de torrefacción aplicado a la biomasa podrían favorecer a la estación eléctrica, especialmente si dicha biomasa o cultivos energéticos son seleccionados como el recurso principal para la planta convertida de uso de combustibles fósiles.

Asimismo, la adopción de cultivos energéticos como fuente de combustible, combinada con la producción de biochar, tiene el potencial de transformar la central térmica en un ente con emisiones de carbono negativas, trascendiendo la simple neutralidad en emisiones de carbono.

Mejorar el rendimiento energético de una planta de generación de energía a base de carbón es otra vía efectiva para mitigar las emisiones contaminantes.

Aspectos de sostenibilidad

En años recientes, el interés hacia los biocombustibles como alternativas a los combustibles fósiles ha crecido significativamente en diversas naciones.

Así, comprender la viabilidad de este recurso renovable es crucial. Los biocombustibles ofrecen múltiples ventajas, incluyendo la disminución en la emisión de gases responsables del efecto invernadero, menores precios comparados con los combustibles fósiles, su carácter renovable, entre otros.

Estos cultivos destinados a la producción de energía también presentan un alto rendimiento en la generación de electricidad. La eficiencia de la biomasa de celulosa y los biocombustibles, especialmente en la producción estacionaria de electricidad, ha sido ampliamente probada.

La demanda creciente de cultivos energéticos responde a alteraciones en el uso de las tierras, efectos en el ecosistema, como el suelo y los recursos de agua, aumentando la rivalidad por espacios destinados a la agricultura de alimentos, forraje o cultivos energéticos.

Las plantas ideales para la bioenergía futura deben caracterizarse por su rápido crecimiento, elevado rendimiento y mínima necesidad de insumos energéticos para su desarrollo y recolección.

La selección de cultivos energéticos ofrece una amplia variedad de especies vegetales susceptibles de ser utilizadas en la producción energética.

Sin embargo, es imprescindible abordar y optimizar aspectos como el costo, superior al de otras fuentes de energía renovable, la eficacia y el espacio necesario para sostener su producción.

Neutralidad en carbono

Producción energética de Miscanthus x giganteus en Alemania. A lo largo del desarrollo de las plantas, éstas capturan CO2. A diferencia de los bosques tradicionales, cuyos ciclos de carbono se extienden durante décadas, los cultivos de silvicultura de rotación corta (SRF) tienen ciclos de entre 8 y 20 años, y aquellos conocidos como cultivos de arbusto de rotación corta (SRC) fluctúan entre 2 y 4 años.

Los pastos perennes, como el miscanthus o el pasto elefante, presentan ciclos de entre 4 y 12 meses. Estos no solo capturan CO2 en su parte aérea, sino que también fijan carbono en el subsuelo, tanto en sus raíces como en el terreno circundante.

Generalmente, los pastos perennes atrapan una mayor cantidad de carbono que los cultivos anuales, ya que el desarrollo de sus raíces se mantiene ininterrumpido durante largos períodos.

Además, los pastos perennes eliminan la necesidad de las labores anuales de cultivo (como el arado y la excavación) que promueven la descomposición del carbono por los microbios del suelo, liberando así CO2.

Se ha evidenciado que los niveles de carbono orgánico son superiores bajo los cultivos de pastos perennes en comparación con los suelos de cultivo, particularmente a profundidades mayores a 30 cm.

El balance entre el carbono secuestrado y los gases de efecto invernadero (GEI) liberados definirá si el impacto total de GEI de un proyecto de bioenergía resulta positivo, neutro o negativo.

En términos exactos, una balanza GEI/carbono negativa se alcanza cuando la acumulación total de carbono en el subsuelo sobrepasa ampliamente las emisiones GEI generadas durante todo el ciclo de vida.

Tomando como ejemplo al Miscanthus giganteus, alcanzar la neutralidad o incluso la negatividad en carbono es factible. Esto se debe a que la cantidad de carbono que dicho cultivo puede capturar y secuestrar supera ampliamente las emisiones generadas por las prácticas agrícolas, la conversión de combustibles y el transporte relacionados. El éxito en el secuestro depende críticamente del lugar de plantación, siendo los terrenos con deficiencias actuales en carbono los más idóneos.

Los rendimientos tienden a disminuir en climas más fríos debido a la riqueza en carbono de sus suelos, especialmente en turberas y bosques antiguos. Similarmente, los pastizales pueden presentar altos niveles de carbono.

José Mª Díaz Sánchez
Últimas entradas de José Mª Díaz Sánchez (ver todo)

Deja un comentario